Ya no hay batallas hacia las que caminar
derrotado antes de despertar de todo sueño
porque fui pretendiendo vencer con mi espada sin filo
(quede ya el susurro de mi dolor en tu pecho)
y que sea el atardecer en tus ojos quien ponga paz y duelo,
ahora que ha vencido el miedo, y se desplaza la luz sobre el silencio
ahora que ha caído nieve sobre hogueras que ni siquiera han ardido
(queda mi invierno, tan largo como cortas tus primaveras)
sea la soledad la norma, se vuelvan del revés todas las sombras
que no importe nada de eso ahora que he perdido el juego
cuyas reglas nunca entendí ni entiendo ahora besando el suelo
(porque son tan largos mis inviernos como cortas tus primaveras)
porque si no hay ningún fin no puede haber ningún principio,
huyendo hacia algún lugar donde no amanezca
para despertamos, y no tener que ver el sol al que renunciamos
(porque son tan largos mis inviernos como cortas tus primaveras)
con los ojos clavados frente a frente, sin decirnos nada
rendido al final en la frontera
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