El Clan de las Tormentas: octubre 2009

domingo, 18 de octubre de 2009

Pájaros de cemento en árboles eléctricos

Rompo el aire intentando respirar

golpeando el silencio con ramas de ruido

como una Dafne que se abraza al viento

para huir de su espacio, hacia arriba, al cielo subterráneo

y si tan sólo pudiera dejar de leer mis pensamientos

si pudiera asesinarlos como el vulgar homicida del tiempo

que se queda esperando a las puertas

del infierno]

preguntando "¿cuándo es mi turno?, ¿cuándo entraré?"

ahogarse para respirar este humo de desierto

desistiendo de volver a estar más despierto,

más, más, más aún que todo lo que se puede estar

cuando se vive tuerto; desalojando el agua de mis cuencas oculares

mientras pruebo el filo del cuchillo con mi propia alma

que no sangra, no tiene nada, más que oscuridad

como una sombra en ruinas de un soldado sin coraza

perdido entre las arenas de un mar inmenso

que no conoce ni tarde ni noche ni mañana

ni espera la resurrección de sus heridas convertidas

en pilares de una nueva venganza

(yo mismo contra mí mismo,

sacrificio odínico, vuelvo a mí como a ti volvieron

los olvidos del viento, y golpeo contra tu altar

el odio de haber nacido eterno

un ángel nacido del revés con las alas nadando hacia

el infierno)

cuando estábamos deshojando las nubes transportadas

por los humos de las fábricas, de los cigarros inconclusos

de las camas deshechas en el camino,

long road, long road

 nos decíamos, mi humilde enemigo y yo,

en la crisis de la náusea y la destrucción. Perderse en la ausencia

sin combatir, sin esperarse en los límites de la muerte,

la aporía de sí mismo, sin rebasar su límite,

(¿dónde se va, dónde se queda?)

corriendo sin parar, huyendo de cada prisión con celdas

en lo alto de árboles subterráneos;

de aquellos que ven posarse pájaros de cemento

que vuelan hacia otro lado, con otro rumbo

al acostumbrado

como esos aviones que veíamos partir sin saber a dónde

ni cuándo]

sin que nos quede nada de eso, ni ganas de ser más que uno

(ciento volando)

porque nos pesa cada espasmo de agonía, cada susurro,

y eso que es todo tan sencillo como eludir el desalojo forzado

que el alma hace del cuerpo,

entre estas palabras que dicen que me marcho

y este adiós que dice que ya estoy lejos;

ya no vendrán más esos caminos a postrarse bajo mis pies

se acabó el delirio en el que el cazador reposaba los cristales rotos

de tantos espejos a los que golpeó hasta hacer naufragar los ojos

ya puedo oír los adioses en las estaciones

la llamada al último pasajero, el que se marcha de nuevo

aunque nunca se haya ido, el del mismo ciclo que se acaba

ya te vas, mi enemigo, ya te vas, no te rindes tú

soy yo el que ya no espero.

lunes, 5 de octubre de 2009

401LM-S

Recuerdo no quererte olvidar

mientras andábamos por playas de cemento

y desiertos de piedra

alejándonos al andar como amantes

oxidados]

dentro de escafandras luminosas

con los ojos desmadejados entre las manos

a cada momento]

lanzados a perpetuidad contra el viento;

he olvidado, lo sé, no recordarte

para no tener que buscarte como el perro

que busca a un muerto

o como un dios exiliado que rebusca

fieles entre las ruinas de sus templos,

porque te vi con los ojos ya cegados

y quise quitármelos

y quise sacármelos. No me fue posible,

al pensar en el viento que hemos sido

y en el camino que nos ha alejado.

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