El Clan de las Tormentas: mayo 2012

viernes, 25 de mayo de 2012

El laberinto y la mente

Sin ti no tengo ni el aire,

contigo lo tengo todo.

Luz, aire, pasado y olvido. Si no estás,

prende el viento,

cuando vuelves venzo al silencio.

Esperando encontrar lo que era,

perdido como estoy

entre los laberintos de mi mente

que no conoce puertas.

Arrancado de los confines de los desiertos

que sólo tienen sombras, rocas mudas

y testigos de los sacrificios de sangre

de alma, de mente, mente, cabeza, cerebro

la lucha feroz contra el infierno interno

el recorrido menguante hacia la felicidad

que termina en la frontera de tus manos

¿en dónde queda el aullido interminable?

¿en dónde la fuerza para seguir siendo,

el rumor, la carne frecuentada cada vez menos

y los días sin más mundo que nosotros?

Esta guerra que estoy perdiendo contra el miedo,

en cada batalla en la que naufrago,

arrebatado de mi propio lado por olas de sufrimiento

(aunque sé nadar, tú me enseñaste,

¿cómo lo olvidé? ¿cómo me dejé caer

en el fondo de este océano inmenso?)

miedo, terror, obstáculo negro que cubre los ojos

del más horrible de los velos

cuando tan sólo quisiera hacer eterno este fin

de los tiempos]

despertando en barcos hundidos donde habito

no ya con el olvido, sino con los cadáveres

de mis sentimientos; he ahogado la esperanza,

he sido reducido a cenizas por mi propio incendio,

he desandado el camino que me llevó

de la mar al río, y no he gloriosamente ardido,

no, sino que los grandes surcos de sonrisas,

de besos, de caricias, los he destruido,

por hacer de la libertad una inmensa jaula.

Pido perdón, sabiendo que es insuficiente,

lo pido como el reo condenado

sin solución, pero pido perdón como un grito

al que sólo escucha la desconfianza,

pido perdón de forma desesperada, aunque pierda

las manos entre clavos ardientes,    

aunque pierda los labios besando espinas

tan sólo quiero resurgir, levantar las cadenas

que me abrazan como un gigante de miedo

y absorber cada instante de tu luz como el camino

intangible hacia ti, hacia tus sueños,

no dejarme morir en este cruel laberinto

(sólo vuestras manos, sólo vuestros ojos,

sólo vuestra entereza. No abandonéis

a este pobre mendigo lleno de miserias)

sobre todo Tú, quien le diste a mi existencia un sentido,

el de rozar el cielo, y alcanzar estrellas.

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