El Clan de las Tormentas: septiembre 2008

domingo, 7 de septiembre de 2008

Los excesos de la mente

Hace un año que comencé el Proyecto del Clan. He conseguido más adeptos que nunca, pero eso no oculta mi sensación de fracaso. Muchos dicen al hablar por ejemplo de los alumnos de instituto "bueeeeno, si sale uno que no acabe poniendo ladrillos (jajajaj, jodeos cabrones, la crisis inmobiliaria se nota, ¿verdad?) y acabe estudiando aunque sea una FP pues ya es uno que se ha rescatado". Y una mierda. Damos clase no para rescatar a nadie, que los rescate Mitch Buchanan (David Hasserholff-me-bautizó-un-perro en Los vigilantes de la playa para los despistados). Se supone que damos clase para que todos esos energúmenos tengan interés en aprender esa pseudo-historia inventada por los de arriba y los cuatro cientos mil fanáticos del sistema que los siguen. Sin embargo, dado el fracaso en ese vano intento, es mejor juntar hombro con hombro y decir, "bueeeno, si sale uno que...".

Tal vez mis objetivos eran demasiado ambiciosos. Tal vez tuve demasiada fe en mi capacidad para remover algunas conciencias. La mayoría siguen con sus vidas anteriores, haciendo lo mismo de siempre. La gente no cambia. Sólo las circunstancias. Que entonces teníamos los bolsillos llenos, pues mira que bien. Que ahora estamos jodidos, pues igual de bien. Total, podemos seguir opinando sobre el aire, sobre los bordillos de las aceras, sobre la dirección de tal o cual ronda de circunvalación, sobre lo que nos han dicho que constituye lo que nos rodea. La camiseta que llevas puesta, el edificio en el que vives y el hecho de que puedas comunicarte o no con esa gente que dices que te rodea depende de muchas cosas. Depende, por ejemplo, de que no me hagas caso y sigas preocupándote sólo de aquello que uno cree que es "lo cercano". Si mañana un par de tribus se rebelan en el centro de África el coltán se pone por las nubes y lo mismo sube el precio de los móviles, los mp3, etc. Entonces puede que no puedas permitirte un móvil igual que otros no han podido permitirse un coche. Pero tranquilo, hay suficientes tropas de la ONU/OTAN allí para garantizar que todos tendremos con qué comunicarnos. Igual que Rusia e Israel han hecho con el petróleo del Caucaso.

Es lo normal en un mundo de guerreros. Los chamanes siguen lamentándose, escribiendo blogs, cartas al director, comprando en sitios de comercio justo y reciclando. Eso sin duda ayuda que te rilas. Como ir un mes, o dos, a Nicaragua a ver como viven los pobrecitos indígenas. Son los excesos de mi mente. Una pequeña anarquía incompleta que jamás llegará. Una Rebelión y una Revolución siempre pendientes desde lo alto de la cama como decía una canción de Noel Gallagher. Nada ha cambiado en el fondo. El sol sigue asomándose por el mismo sitio. La estructura del mundo, de mi Círculo Interior, sigue en idénticas proporciones y composiciones. Sólo voy dándome cuenta de que después de conocerme, después de aceptarme, no he podido superarme. Estancado en la aceptación sin posibilidad de ir más allá.

 

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