El Clan de las Tormentas: marzo 2013

sábado, 30 de marzo de 2013

Y morir en tus ojos

Te abrazaría, te abrazaría hasta el infinito

lo haría hasta que se acabase el mundo

y entonces no quedara necesidad de palabras

tan sólo decir que quiero morir en tus ojos

quedar abrazado por tus labios bajo tu cuerpo

decir que entre tanto ruido sólo tu voz escucho;

ni siquiera la música que hacen las cañerías

en esta casa solitaria; vacía como se encuentra

sin ti mi propia alma]

porque quiero que tengas mi ceguera

para que veas el mundo con mis ojos

y así encontrarte en la luz que deja tu presencia

en cada paso,

y morir en tus ojos antes que me quisieras

sentir que no te vas, pensar que no te alejas

cada despedida que dejas,

cada sombra en que se convierten

tus dedos alejados, como clavos que ardiendo

ojalá este corazón prendieran;

y morir en tus ojos, vivir en tus brazos,

tener bajo el cielo la plenitud de tus hogueras.

Porque tan sólo hubiera querido haber sabido

encontrar hacia tu alma el camino,

haber podido morir en tus ojos,

haber sabido navegar contigo usando tus velas.

sábado, 16 de marzo de 2013

La derrota perpetua

Entre tus ojos la muerte tiene tantos días

como caminos hacia la agradable tragedia de aquellos lugares

en los que vamos a olvidar que algo somos

tan solo que hemos querido tener

al ahogarnos en los ojos tuyos en los que llovías

para ocultar  la esperanza de lo que podíamos ser

y de aquello que nada fue, sólo cabalgamos a lomos

de un jinete que saca a nuestros miedos de sus hogares

y los entierra, los deja dentro, muy dentro, tratando siempre

de ocultarlos; tus miedos, mis complejos

los enemigos de todo aquello que no es más que sueño

(susurro y silencio, y grito y destierro

de ti como un imposible dañado)

porque para ser humano todo el daño que ha sido un hecho

se sufre en cada desgarro; te tengo y te has ido,

te tienes a ti, y a nadie más, y siembras sombras

como quien recoge tempestades;

a pesar de que sólo quise la paz en esta inmensa guerra

que libro desde antes de que nacieras,

y, sin embargo, azules como tus ojos fueron el olvido

como los de Helena, también en su guerra,

azules como el infinito, como el solsticio de tu cuerpo en primavera

como la derrota perpetua

(tan, tan silenciosa que hiere más que aquellas

que propagan con ruido su perpetuidad)

Se acabaron la paz y las tardes de luz tenue,

se marchitaron las posibles madreselvas

(he visto morir todas las oscuras golondrinas, incluso)

y tan sólo quedo como el pintor que olvidó los colores

para retratar todas las luces del mundo

(ya no soy más que un justo recluso,

varado en la cárcel perpetua)

En tus manos la llave de una prisión oxidada,

y te alejas dejando tan sediento al prisionero

que voluntariamente dejó su alma entregada

a las cenizas de un amor postrero.

Pásalo

Mandame a Facebook