El Clan de las Tormentas: septiembre 2007

martes, 25 de septiembre de 2007

Calling to the night. Tusche.

¿Os gusta lo que estais viendo? ¿os gusta esa mierda de televisión que os cuenta lo que os gusta saber, a ese papanatas de chaqueta que os cuenta tal o cual cosa? ¿os creeis todas esas gilipolleces de guerras a las que las oenegés deben ayudar mientras unos cuantos en Halliburton, la Casa Blanca, el Eliseo, las oficinas de Shell o Nokia se frotan las manos? ¿os creeis que existen cosas más allá que os adormecen con cuentos de platillos volantes y de fantasmas? ¿te gusta estar enchufado a esa radio, a esa basura de prensa, tabloides baratos llamados pomposamente Herald Tribune, El País, La Razón o Le Monde? realmente te sientes bien, ¿no es cierto? no lo niegues. Te encanta estar enchufado a la red creyéndote toda esta mierda que te dicen, anestesiándote, dejando que otros griten por ti, te encanta estar amordazado, riendo con banalidades, dejando que te digan cómo tiene que ser tu vida. Nace, crece, reprodúcete, paga tu hipoteca y muere, te lo dicen desde que apenas sabes hablar hasta los anuncios de yogures, los dibujos animados. Te dicen que no hagas otra cosa, te enseñan un mundo bonito donde lo único que tienes que hacer es producir y seguir las normas. Cumplir las reglas. Tu coche, tu piso, tu familia, deja que tus hijos y tu jugueis a los mismos videojuegos donde tus ansias serán calmadas. Machácatela con tanto porno fácil y barato, drógate con el alcohol que te ponen en bandeja, cerveza, vodka, ginebra y por qué no un poco de marihuana que sin rubor ensalzan hasta el paroxismo. Desconéctate un segundo. Piensa, pero por ti mismo. Piensa, ¿te gusta?

No. Corta ya esa mierda. Levántate. Cuando leas esto cierra el libro, apaga el televisor, olvida esa canción machacona que te han metido en la cabeza, quema todos los periódicos que tengas, cierra tu conexión a internet. Es hora de comenzar de una vez la Revolución. Debemos enseñarles a todos esos proxenetas de la Verdad, a los prevaricadores de la vergüenza, a todos los que nos dirigen y nos pretenden decir cómo debe ser nuestra estructura social y económica, a todos ellos debemos decirle que es hora ya de que empiecen a pasar miedo. Ellos están gordos, les pesan los bolsillos con nuestras monedas, con sus móviles de última generación, no podrán correr tanto como nosotros. Desde aquí hermanos del Clan de las Tormentas os llamo a la Revolución, una rebelión que no será de terciopelo sino que tendrá el color de tu sangre, de la mía, de la de todos. Esta vez no habrá un sólo hombre que muera por todos sino que será la sangre de todos la que nos traiga un nuevo Hijo del Hombre. Para que un día nuestros nietos, tal vez nuestros biznietos, puedan decir que su mundo fue logrado gracias a personas que lucharon por ser personas.

¿Tienes a veces la sensación de que has vivido cosas que no te han pasado? ¿Y también que eres incapaz de experimentar, no sé, de sentir, de recordar, cosas que supuestamente has sentido, que están ahí en las fotos, en las palabras escritas un día de invierno, o de primavera, que más da, cosas que quedaron de algún modo registradas? Te dices no, ese no soy yo, o por lo menos no recuerdas haberlo sido, tal vez en otra vida, no en esta. No sabes por qué haces lo que haces, estrechas tu círculo interior, tanto, tanto que acaba por presionarte fuerte, dentro de ti mismo, y empiezas a echar gente de tu alrededor. Te quedas con unos cuantos, que te dan sal para mis heridas y azúcar para tus labios, sólo eso, nada más. Es entonces cuando la gente empieza a salir de aquí, de un lado a otro, mirando escaparates, tomandose una cerveza con el vecino, la vida pasa, todo es lujo, calma y voluptuosidad. Es tan fácil todo, llenos como estamos de banalidades. Te sientes, te sientas, te sientan en cualquier banco, o banquillo de acusados. Los demás lo hacen tan bien, sólo déjate llevar como un vals de Shostakovich. Sonríe, sonríe, estamos en el aire. Actuando, y tú a qué te dedicas, yo a mirar, como tú.

Nos han dicho que el mundo tiene que ser así. Lo han hecho unas cuantas personas que se atreven a meterte en la cabeza todas esas cosas que te gustan y que te asustan. Les compras, les vendes, les obedeces. No puedes comprar más ropa que la de Inditex, Induico o el mercadillo de tu barrio abastecido por grandes cash que se surten de mano de obra barata mientras tú crees que eres alternativo y diferente. Da igual, la opción se convierte en realidad en falta de tolerancia. Te dan ters o cuatro opciones y tú eliges entre ellas. No hay opción propia. Te han quitado el discernimento a través de todas esas cosas que puedes comprar. Lo que posees acabará poseyéndote. Pero ellos son personas. Tú también, no lo olvides. Si ellos han diseñado el mundo tú también puedes. Destrúyelos, margínalos y demuéstrales quien pone sus aires acondicionados, quién conduce los autobuses que sus hijos destrozan mientras van al colegio, quién le sirve la sopa en el restaurante. Todos esos hombres y mujeres vestidos como señores tan felices y contentos con sus vidas de diseño. Han puesto las normas que ellos necesitan. Y a ti, ¿te gustan? ¿son tus normas? ¿te gusta depender?

Ya está bien de gilipolleces. No sigas leyendo si eres un cobarde, si te gusta que todas esas furcias te humillen cada día o si no eres lo suficientemente valiente como para plantarle cara a ese imbécil que no te deja ser de verdad una mujer, o un hombre, o lo que quieras ser. Si te gusta tu contrato, el partido que te gobierna o los que quieren hacerlo, si te gusta tu plaza de catedrático, de profesor de autoescuela, de soldador, de servidor de todos los demás, si te gusta tu beca, tus trozos de madera paseándose por la calle, esos deportistas a los que sigues con fanatismo sagrado, si te gusta creer que puedes comerte las manzanas aunque no tengas ganas, si te gusta la comodidad de tu cama, la comida caliente, si crees que entrarás algún día arriba. Entonces no sigas. Quédate ahí. Éste es un  mensaje para cada mujer, hombre y niño de este planeta que saben que pueden pasar al otro lado. Es un mensaje que os llama, hermanos, a luchar por vosotros. Desde aquí os llamo a la noche, que sobrevenga, que se haga la oscuridad sobre todos los que son dueños de la luz. Venid pues a esta noche si quereis conocer algún día la Verdad.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Evolución-Revolución

Y es que, sinceramente, ¿sirve para algo la historia?.
No responderé directamente a esa cuestión, pues se podría pensar con razón que estoy intentando llevar el agua al molino de mis intereses profesionales. Me limitaré a exponer una serie de hechos de los que han encontrado eco en la prensa diaria en los últimos tiempos. Por ejemplo, dos páginas más adelante del lugar en que escribe su artículo R. Reig se recogen unas manifestaciones de Martín Villa referentes a la política de pactos de gobierno nacional vigente, en la que expresa que lo que realmente le preocupa es "qué Historia de España se enseñará en Cataluña y en el País Vasco, si es que de verdad se va a enseñar alguna Historia de España". Sobra señalar que Martín Villa es un político perteneciente a esa derecha de la que se tiende a pensar que lo único que le interesa es el color del dinero, no el de las banderas. Pero, ¿en qué ha basado Felipe González, según la prensa, su discurso electoral sino en las referencias de la historia? Si no sirve, ¿por qué la usa?.
Salgamos del ambiente estrictamente nacional. ¿Por qué una de las primeras medidas tomadas para la formación de la nueva Europa nacional es la de ajustar los contenidos de los libros de Historia? Me viene a la memoria el encuentro que a tal fin tuvieron, recién estrenado nuestro nuevo marco de referencia comunitario, los ministros de Educación luso y español en la fronteriza ciudad de Vilanova dos Mouros. Y más patético aún es el caso de la muy progresista Suecia, que el verano del pasado 1992 decidió oficialmente reescribir su historia para mostrar, sacando documentos hasta ahora secretos, que en realidad nunca había sido neutral, pues había que acercarse a la nueva Europa. O sea, algo similar a lo que han tenido que hacer mejicanos y estadounidenses cuando sus dos países han decidido acercarse formando una comunidad económica junto con Canadá.
Lo expuesto hasta aquí, con todo, se encuentra en el marco de lo que solemos llamar "Occidente". Pero, ¿no es cierto que en China hubo que reescribir la historia para dar paso a la revolución maoísta? Tan cierto como que luego se quiso prácticamente prescindir de ella en los felices 60 para dar paso a una revolución cultural proletaria, en la misma línea en que se abolieron los exámenes de entrada en la Universidad. Pero China era un país con mucha historia (esa que apenas se estudia en nuestro país, pese a afectar a 1.135 millones de personas directamente) y en 1973 se vio la necesidad de dar marcha atrás en ambos aspectos. Es más, la China comunista se hizo tan nacionalista (antirrusa) que reconoció de forma inmediata al régimen chileno del general Pinochet. Tras dar por definitivamente cancelada la revolución cultural en 1977, en el Congreso del Partido Comunista chino celebrado en 1982 se acordó revisar la historia del país desde 1949, criticando sin paliativo la revolución cultural. Recordemos que la apertura al exterior no se hizo sin que surgieran resquemores con Japón por el contenido de los libros de Historia. Y ya pudimos ver en nuestra Expo'92 como presumían de Historia en aquel pabellón al que se trajeron, entre otras cosas, varias esculturas de las encontradas en esa joya arqueológica que es la tumba del emperador She-Huang Ti, del siglo III a.C. ¿Por qué ese afán por algo que "no sirve para nada", en expresión de nuestra sabia progresía de frustrados guardianes de la revolución cultural?.
Terminaré proponiendo al lector una constatación de los hechos mucho más sencilla: Cuente las veces que en cualquier periódico, sea del tipo que sea, aparece diariamente la palabra "historia" o el adjetivo "histórico". Si lo hace sabrá ya si sirve o no para algo la historia, y por tanto si vale la pena o no dedicar nuestro tiempo y nuestro dinero a su conocimiento para evitar, en lo posible, ser víctimas de las manipulaciones que caben hacer con ella, como con cualquier otra ciencia que se monte sobre el estudio de fenómenos concretos".
Cualquiera puede seguir poniendo ejemplos hoy en día, y no necesariamente de tiempos pasados. Cuando hace unos días le preguntaba a un compañero, que me indicaba que nuestra Facultades de Historia debían formar profesionales, cuál era la que él entendía que era la profesión de historiador, le intentaba hacer ver que un historiador no tiene por qué ser una persona que da clase (también lo ingenieros la dan) sino sólo un intelectual que se pregunta el porqué de los hechos, con lo cual entiendo que no caben nuestras Facultades en la nueva planificación de la enseñanza universitaria que desea imponer (otra cosa es que de verdad se lo tome en serio) la clase política rectora de la Unión Europea, al servicio del mercado exclusivamente. Una más, en el fondo, de las contradicciones de una sociedad confundida con el mercado que necesita a los intectuales pero no sabe qué hacer con ellos.

martes, 18 de septiembre de 2007

Sangre caliente

El mundo tal y como lo conocemos no nos reconoce. Se trata de una ilusión fundamentalista basada en la creencia de que sólo un tipo de comportamiento es posible. Hemos acabado retrasando lo inevitable, cambiando lo justo para que todo siga igual. Pero eso se tiene que acabar. Nuestra sociedad vive inmersa en un proceso de contagio masivo de desinformación. Crees lo que ellos quieren que creas. Sigues los deportes que ellos te dicen (¿hace 5 años te interesaba de verdad la Fórmula 1?), comes donde ellos te dicen que es bueno para tu cuerpo. Consumes 3000 calorías diarias en productos que crees sanos y que mentalmente te reconfortan mientras te bombardean con el CO2 de los coches, de las motos, de los mismos autobuses donde te montas para que no contamines mientras ellos van con su chófer en un pedazo de Hummer que consume diez veces lo que ese mismo autobús.

Nuestro mundo, nuestra civilización, se ha montado en torno a aquellos que creen que el ideal es una ultra-monogamia que atenaza nuestro cerebro y nuestro cuerpo. Quienes están fuera de la felicidad entendida como mujer/hombre-casa-hijos-éxito profesional no tienen espacio. Nos han dicho que irse de putas está muy feo pero durante miles de años, desde Mesopotamia al Mont-martre en París las han dejado trabajar porque saben que las necesitan. Esos hombres bien pensantes con sus chaquetas y sus cuellos con papada, su color rojo en la cara al reir nos han dicho que sólo una mujer y el resto de pago e incluso éstas tambien son reprobables.

No he estado nunca con ninguna prostituta. No me apetece por la misma razón que no me apetece pegarme un tiro ni saltar haciendo puenting. Simplemente porque no me da la gana. Es mi elección. Pero ellos no quieren que elijas. Quieren que te cases, que tengas niños y les digas a tus hijos que eso es lo que hay que hacer. Si tienen un comportamiento diferente en la serotonina cerebral, que les den por agujero de ozono. Tienes que ser según los parámetros de lo correcto. Quienes estamos al margen, quienes tenemos un espacio vital diferente estamos condenados a no entenderlos. Nos humillan, nos vilipendian y a veces hasta nos miran con conmiseración como si fuéramos animales heridos. Nos temen. Saben que nosotros podemos elegir. Saben que nosotros podemos discernir incluso en la más terrible sombra. Somos el enemigo y el amigo que preferirían no haber conocido. Es nuestra hora. Es nuestra revolución. Llevemos las tormentas a todos los mares en calma. Agitemos las conciencias. Reclamemos nuestro lugar. Aquí, y ahora, Clan de las Tormentas.

lunes, 17 de septiembre de 2007

¿Quién teme al Lobo Feroz?

Esta es mi primera entrada en un blog libre. Es decir, aquí donde puedo escribir porque nadie me conoce. Soy parte de la mierda cantante y danzante del mundo, como dice Brad Pitt en el Club de la Lucha. Es parte, tal vez, de una Revolución. Tal vez, no obstante, no sea más que una auténtica Involución, hacia dentro, mostrando una entropía imposible. Volviendo hacia los orígenes, hacia el círculo interior donde hace frío pero no tanto como fuera.

Envidio, por ello, a los que saben lo que es amar con dos pares. En plan que me muero por estar todo el puñetero día pegado a tu vera. A veces odio mi condición, como una tragedia revestida de vómitos y contada por Faemino y Cansado. Es la expresión de una danza mortuoria sobre el cadáver de una prostituta. Envidio, de verdad que sí, a los que son como el médico de La Fuente de la Vida, cuya única finalidad en la vida y en los siglos de los siglos no es más que velar por la salud de su amada, tratando de crear lazos que sólo el corazón entiende. Odio eternamente ser un vagabundo emocional que sólo espera un amor lleno de muerte en lugar de vida. Morirme contigo si me quieres, matarme contigo si me matas.

Me gustaría poder disfrutar de cada catorce de febrero, cantar cumpleaños feliz, ver a unos niños correteando por mi casa sabiendo que son sangre de mi sangre, carne de mi carne. Ser feliz con lo más simple, con una sonrisa. Envidio de verdad a los que han sido capaces de tener un cerebro en condiciones, con unos niveles aptos de serotonina y que tras fornicar como conejos ven como su testosterona baja sin peligro para su integridad emocional. Envidio a todos aquellos que pertenecen al sector masculino cuyo gen 21 no tiene una pequeñísima extensión de más que les impide ser fieles.

Nunca quise ser un Lobo. Me he vestido infinitud de veces de cordero, pero todos los trajes me estaban pequeños. Tampoco tengo madera de cazador, siempre acabo como una mierda de hiena sonriendo y esperando las sobras. Por eso, mi primera y tal vez más deprimente (espero) entrada va dedicada a manifestar mi respeto por todas aquellas personas que se levantan por la mañana, no, por todas las mañanas de su miserable existencia y son capaces de decir, "quiero a esta persona". Y lo hacen cada día durante al menos muchos años. Sin grandes titubeos. A todos ellos, enhorabuena. Y que les jodan.

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