El Clan de las Tormentas: noviembre 2007

domingo, 18 de noviembre de 2007

Nothing important happened today

La vida está llena de pequeñas cosas, de equlibrio puntuado, de gente que va y que viene.

Marta está mirando desde dentro de las sábanas. Tiene el pelo moreno, cortado como esas actrices de entre el final de la II Guerra Mundial y antes de la Nouvelle Vague. Es tremendamente delgada y sus pechos son apenas dos botones en un cuerpo escuálido. -¿Sabes? -recuerdo que me dijo- realmente nunca he tenido claro si me gustaban los hombres o las mujeres. Es algo extraño porque ambas relaciones me dan placer, aunque reconozco, pero no se lo digas a nadie, que me gustan más las penetraciones que las... tú sabes, lo que suele hacerse entre dos chicas. -No, la verdad, no lo sé. -Le respondí- porque por mucho que pueda imaginar o ver por ahí no lo  he visto en vivo. -Si quieres, -continuó- pagamos una puta y lo ves en persona. [Pues va a ser que no].

 

Carlos es profundamente sonámbulo. Realmente su vida "normal" no es que sea muy normal, o al menos no lo que nosotros entenderíamos por normal. Muchas de las cosas que le pasan son realmente preocupantes. Sin embargo, ha conseguido mucho más que la mayoría de personas que han nacido y se han críado en mi barrio partiendo de posiciones increíblemente nefastas. Es para estar orgulloso de él. Pero es sonámbulo. Un día de verano, mejor dicho, una noche de verano, llegó a salir de casa, coger el autobús y plantarse en Capitanía General del Ejército de Tierra a 17 kms de su casa. Menos mal que una ventolera de aire fresco le devolvió a la realidad. Aunque claro, despertarse delante de un par de cañones debe parecerse más al sueño de Neo que al de cualquier de nosotros.

 

Josemari tiene el cabello dispuesto como algunos de esos intelectuales del XIX, a lo Lord Byron o Bécquer. -De todas maneras, quizás, lo que más controla las mentes son los medios de comunicación. Todos acabamos siendo manipulados- dice a toda la clase. Luego suelta un chiste y tan tranquilos. Se mueve con soltura en el aula, hablando de usted pero con cercanía a la gente. -Yo tengo muchos alumnos, cien aquí y casi doscientos en el instituto. Trescientos, trescientas personas, cabezas pensantes que son energía pura y dura. Hace años comencé una experiencia que consistía en que un alumno le mandaba una carta al opositor y el opositor le respondía; y el alumno se comprometía a pensar y a darle, a mandarle energía positiva, así, pun, pun, pun, el día del examen-agacha la cabeza, sonríe.-Así que si quieren yo les hago de cartero real.-Luego reparte las cartas. Hay alumnos que tocan el piano, juegan al rugby, al fútbol, y les gusta expresarse con una soltura envidiable. Realmente hay algunos que llegan a decir que "un alumno es un folio en blanco en el que se puede dejar huella". Josemari vuelve a agitar la mano pidiendo silencio ante el alboroto general. Hay un aire acondicionado encima suya, una pizarra a su espalda, un montón de ventanas con unas cortinas de tela propias del Ikea que desentonan en n espacio tan áspero.

 

-He conocido algunas personas como tú-me dijo un día Marta mientras se acababa un helado de algo indeterminado en un sitio cochambroso de Madrid. Hay serrín en el suelo, algunas cucharillas de plástico supuestamente usadas y papelillos manifiestamente usados.-No entiendo qué quieres decir,-le respondí mirando para otro lado aunque lo sospechaba.-Lo que quiero decir es que os agotais pronto. Os gusta vivir deprisa y quemáis muchas cosas con demasiada intensidad- insiste. Fuera hace calor, es un puñetero 31 de julio, en Madrid. España cayó eliminada como siempre del mundial, esta vez ante Corea y aún tengo mierda en las uñas de la excavación. No me jodas con esto. -Sin embargo, tú eres algo diferente, ¿te acuerdas del Chapi? -me mira con los ojos abiertos bajo su peinado recto y corto.-Sí claro, como no-le respondo. Como no, sólo hace dos días que salimos de allí. -Pues él ya se nota que está quemado a pesar de que sólo tiene 27 años. Tú tienes ese camino, pero pareces diferente. -¿Por qué soy o parezco diferente?-un ecuatoriano que huele a sudor que te rilas pasa detrás mía barriendo. Las paredes son de tono rojizo y suena de fondo Shakira. -Tú tienes mejor cabeza. Verás, os pasa mucho a los que sois especialmente inteligentes... -Yo no soy inteligente -la interrumpo. -Ya claro, y yo soy Marlene Dietrich. Os pasa, -bebe agua, muy fría- porque veis las cosas desde otro punto de vista. Pero tú tienes mucha energía, autoestima, y parece que te conoces el camino pero lo andas con ganas y confianza. No imitas a nadie. No te destruyas... hazme un favor... -me dice mientras me coge la barbilla y me besa-...no te quemes. [Trop tard]

 

Lucía enciende un cigarro que se quema. Como ella. Como los dos. Hay más humo en la cafetería ambientanda en aquellos años en los que podías fumar en cualquier parte. Fuera la gente pasea en abrigo porque parece invierno. En la cafetería hay más gente que hace ruido.-Al final siempre ganan los cabrones -me dice con un deje de enfado.-Claro, -le digo- el mundo sólo está hecho para ellos porque ellos lo han hecho. -Pero yo, es que yo lo flipo, me he pasado luchando, estudiando, llevándolo todo por delante, con mi familia, con las cosas que me pasan, y ahora llega esa y lo consigue. Es para estar bien harta,-concluye mientras el resto del planeta pasa de sus palabras. El monitor de plasma del fondo pone a Paulina Rubio que canta y al camarero se le cae mi café sin haber salido de la barra. Gilipollas. Lucía se parece a la otra Lucía, salvo en que la una no conoce a la otra. Por desgracia. -Es injusto que nosotros, que tenemos años de formación acabemos trabajando de estas cosas, ¿sabes?, le ponía un petardo a mi jefe a ver si así alguien, joder, algún imbécil se entera de que valemos más que los borrokas estos que sólo saben poner aires acondicionados. [Es cierto].

 

-Tío, al final todas las tías son igual de putas; te dicen tal y cual, te mangonean, te sacan lo que pueden, ya me entiendes, y al final estás como un puto perro detrás de ellas para que te manden a la mierda.-Hace sol, hay cerveza de por medio y Carlos se suelta un poco. Normal, lo han puteado a base de bien. No hay mucha gente, el suelo tiene el habitual serrín de los bares sevillanos y no hay humo en el ambiente.-Al final hagas lo que hagas, al final todas putas. -Casi todas,-puntualizo- pero la culpa es tuya... nuestra, por no sabe elegir. -¡Nah!, yo lo ñunico que quiero... no quiero ver una tía en... ¡nah!, para lo que único que están es para lo que están. -¿Para parir y planchar? -echo leña al fuego- y para tener la cueva decente claro. Si es así, ¿por qué no te casas con tu madre? -Porque ella no se habría venido conmigo a una ciudad tan cara, a un hotel tan caro y habría esperado a que nos bajáramos del avión para darme matarile.

 

-Todos estáis cortado por el mismo patrón, es que... joder, todos, todos los tíos sois iguales -[sería difícil atribuir esta frase a una sola mujer, la he escuchado en boca y persona de al menos cinco o seis en el último año]- nada más servís para joder y punto. De hecho -apura su cerveza, casi sin gas, en un fast-food de mala muerte donde no hay nadie más- en el fondo ni nos hacéis falta. -Claro, ahora podéis buscaros al niño in vitro ¿no? Pero, -trato de argumentar mientras trago la mierda de comida mermada por los pedazos que han caído sobre la mesa color mostaza- si no hubiera hombres, ¿de dónde sacas el esperma? -Somos mujeres, -responde- seguro que somos tan inteligentes como para fabricarlo.-Sonrío, sin ganas, no me hace gracia. -Siempre hacéis lo mismo. Estás ahí, dándolo todo, implicándote, cumpliendo y de la noche a la mañana, ¡zas! llegáis un día y "no, no, es que véras, no puedo darte eso", si ni siquiera sabéis lo que queremos.

 

-Me gustaría haber sido Marlene Dietrich- me dice Marta. Atardece, casi es de noche. -Sí, ella es uno de mis iconos. Podría ser como ella, ¿y tú? -me lo dice, me lo pienso. -No sé... tal vez... déjalo. -No, no, dime. -Tal vez... David Duchovny -y Marta se ríe aparatosamente- ¿qué? ¿qué pasa? -¿David Duchovny? ¿el agente Mulder? -me dice entre risas- ¡parece un paleto gilipollas!- se levanta de la cama y va al servicio a buscar su ropa interior perdida por alguna parte. Pongo el televisor para ver las noticias o algo que distraiga. Un señor de chaqueta habla en un atril, intercalan imágenes de gente llorando y hay un montón de escombros detrás. No me entero bien. No sé qué dicen de dos torres. Parece Manhattan. Debe ser bonito Nueva York. Marta grita desde el servicio -¿Ha pasado algo? -No, -le digo cambiando de canal -nada importante sucedió hoy.

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