El Clan de las Tormentas: 2013

sábado, 25 de mayo de 2013

No llovía

No llovía.

El último día.

No llovía. Lo hizo cuando tomé al asalto tus labios,

(y tú te dejaste, a pesar del arrepentimiento)

y siguió haciéndolo mucho después, en las calles de tu cuerpo

seguían las tormentas alrededor de tu pensamiento

apenas pude alejar el frío que recorría tu deseo

no conseguí encontrar los caminos

para hacerme en tus brazos eterno.

No llovía, aunque lo hizo, a veces, en los ojos

y otras veces cuando fui convertido en recuerdo;

tantas veces  quedó rendido el deseo de amar

que fui vencido por mi propio silencio

hasta quedar exiliado de mi propio cuerpo.

Llovía, sí, lo hizo, en rojo en mis brazos aquel día

y luego dentro, muy dentro,

la tormenta que provocaron las nubes

de tus alegrías,

y las largas despedidas, el ser convertido en simple pasajero.

No llovía. Aquella noche perdida, perdidos,

lo más cerca lejos de tu cuerpo, vencido por la cobardía

olvidando que no hay más oportunidades

cuando pierdes en este juego.

No llovía.

No lo hizo la última vez, en la despedida.

En el adiós, no llovía.

Y a pesar de todo en tu ausencia parece que lo hace cada día. 

lunes, 13 de mayo de 2013

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Y ahora la soledad como un agujero infinito

sobre un alma aguijoneada

(ya ves, mi corazón que se resiste a tener escamas)

naufragando en las costas de esta crueldad tan cotidiana

a pesar de haberme refugiado en desear el olvido

y en intentar querer no haberte querido

ni deseado

ni recordado

ni amado

ni soñado

en tu reino de palabras de plástico

tan artificiales como tus labios

porque nada eras, en realidad, antes de conocerte

y nada sigues siendo ahora que te has marchado

porque tan sólo es mi alma la que te hace necesaria

tú que sólo vivías porque yo me había sacrificado

entregado como el hijo del dios de tu cuerpo

que cae herido al haber rozado tu corazón tan blanco,

tan vacío, tan pálido.

Tanto odio por esta casualidad que me ha desquiciado

y observo el mar, y sus olas que van y vienen

siento con la sal cómo intentan cicatrizar heridas

que tengo tan dentro; tú que viste que para darte vida

primero yo te di mi aire y caí asfixiado

y cuando me arrastré pidiendo lo que tantos tienen

sólo encontré tu lejanía, y tu silencio,

palabras muertas y huecas

para mí, que por ti a mí me habría matado

para ti, que por mí a ti te habrías perdonado

y, en cambio, sólo quedan sombras

allí donde tus ojos todo lo habrían iluminado.

jueves, 9 de mayo de 2013

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En mi primera guerra contra tus labios

caí como un simple soldado

(inexperto después de tantos años de paz)

y luego, abandonado en un páramo desolado

me vi huérfano de mi cuerpo sin tus abrazos.

 

Nada quedó al segundo día

de aquella estúpida valentía

que hizo, seguramente, que nos alejáramos

y ya ves, a pesar de todo, arrojaste huesos

a este cadáver que se arrastró creyendo resucitar

en el paraíso de tus manos.

 

Como un perro, que era lo que necesitabas,

esperando que ladrara todas tus sonrisas,

no te importaron ni las montañas que cambié de lugar

(sí, por ti, no por tu cuerpo ni tus besos

tan sólo por un breve gesto)

ni te importó que quisiera resucitar

sólo para poder volver a morir por ti

no te importó que hiciera a la ciudad eterna

para poder caminar toda la vida contigo por ella

 

al final sólo te importaron tus propias murallas,

tus propias cadenas,

y herido, de nuevo, en el campo de batalla

a dos palmos de tu cuerpo se quedó el mío,

y que me queme el sol de tu olvido

hasta verme reducido a cenizas

para que al fin puedas guardarme como un sueño

en el espacio naufragado de tu corazón hueco.

lunes, 6 de mayo de 2013

Las costas de la cotidianidad

Eras como una rosa poliédrica, hecha de aristas

que herían sólo si te acercabas

pero sólo dejaste constancia del olvido

a todo aquello que era un recuerdo prohibido;

 

vértigo de sueños infinitos posados

en ti he visto tantas ciudades, tantos habitantes

y ninguno como tú me ha importado

pero cara es tu copa para no haber bebido

 

y ahora que ocultas el ruido que deseas

bajo el silencio del paso del tiempo

y ahora que te conviertes en estatua de sal

por huir de los abrazos que rompiste contra el viento

 

no te queda más camino que ser una más

de todas esas personas que van y vienen

que dicen ser transparentes como el cristal

pero de él sólo tienen como el envase de los venenos;

 

no te queda más que tu castillo, princesa autoproclamada

aquellas murallas que levantaste para defenderte

y que acabaron por ser tu prisión,

murallas que no derribará ningún caballero,

torres que sólo saltará un simple bufón.

 

 

martes, 16 de abril de 2013

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Deseando amar,

en aquellos tiempos que no han pasado

como insectos atrapados en crisálidas de sal

(sin tocarnos, sin rozarnos, viviendo

a cada lado

de un espejo que sólo nos deja vernos);

 

atrapados por el deseo, encarcelados por el miedo

sin llegar al final, sin haber empezado

como estatuas de hielo que viven temiendo

al calor que puede matarlos de nuevo

(caminando en paralelo sin llegar

jamás al mismo punto, hasta recorrer el mundo entero)

 

y allí se olvidará el tiempo del eclipse de tus besos

enterrados bajo los escombros de las ruinas recíprocas

atados a lo que fue dicho y que nunca será un hecho

(las heridas de otros que abren a su vez

heridas en nosotros y serán de nuevo heridas

para quienes quieran secar tus ojos)

 

y desfilamos ya como olvido casi sin haber sido recuerdo

como fantasmas de un naufragio

de un barco en el que nunca navegamos

sin un rumbo que nunca escogimos

en el deseo al que nunca llegamos.

domingo, 7 de abril de 2013

Canción 3

 

Y mi corazón que se ha enredado

en tomar tus labios al asalto

¿para qué si al final te vas?

no consigo ser a tu lado

el sueño con el que despiertas

no consigo parar el tiempo

y no ser lo que pierdas sino lo que encuentras.

 

Tantas palabras inútiles derrotadas

en la frontera de tus manos,

como un océano en mitad de un lago

tan vacío sin ti como un desierto sin arenas

como si fueras libertad y yo un esclavo.

 

No puedo prometer que todo será pecado

ni puedo jurar un amor eterno entre jirones

que intenten tapar heridas del pasado

y, sin embargo, nunca dudo en querer intentarlo

porque para tus miedos no tengo soluciones

tengo mi alma que apostando por ti la he jugado.

 

Tantas palabras inútiles derrotadas

en la frontera de tus manos,

como un océano en mitad de un lago

tan vacío sin ti como un desierto sin arenas

como si fueras libertad y yo un esclavo.

sábado, 6 de abril de 2013

Canción 2

Entre las sábanas de tus manos quise quedarme dormido

tal vez en el fondo no fuera más que el deseo

de que en mi boca con tus labios callaras el ruido.

 

Y ahora vamos hablando para nada decirnos

para que así pasen los días que nos quedan como hielo

conservado en mitad de un invierno hecho para mentirnos.

 

Quisiera ver tu rostro mañana y que en cada batalla pienses en mí

y romper el nudo  que en tus manos dejó el pasado

volcar al sol en tus ojos, herirlo para ti.

 

Tú tan cerca y yo en la distancia como sombras en el mar

por aquello de ser sólo vagabundo en tu recuerdo

con el miedo a que me quieras olvidar.

 

Por eso quisiera ver tu rostro mañana y que en cada batalla pienses en mí,

romper el nudo  que en tus manos dejó el pasado

volcar al sol en tus ojos, herirlo para ti.

 

Guardando en mis palabras que te persiguen

lo que hierve en las miradas

tan frías en la ausencia de tantas lágrimas secadas.

miércoles, 3 de abril de 2013

No end…

Aquellos días de marzo con la primavera sentada en tu regazo

en noches tan oscuras como los días que esconden tus manos

aquellas páginas llenas de desiertos que tus labios llenaban

mientras tus ojos acariciaban aquello que pudiera alejarnos.

 

Y ahora que tan poco queda para morir en el bucle de tu olvido

¿dónde dibujamos la línea si no es donde yo la puse?

¿qué querrás mañana de mí cuando todos se hayan ido?

tal vez que te dedique la primera canción que compuse.

 

He visto en la palma de tu mano una maravilla infinita

y he visto morir en tus ojos mi hambre incansable,

ven, alimenta a la lluvia con mis lágrimas caídas

porque estoy sediento de un amor infatigable.

 

Me gustaría estar a tu lado cuando todos vengan a despedirse

a decirte que no me marcharé aunque el mundo se haya acabado.

Me gustaría saber cuál es el mar en el que por ti hay que morirse

siendo tú el único dios que siempre he necesitado.

 

Y ahora que tan poco queda para vivir en el bucle de tu recuerdo

¿dónde dibujamos la línea si no es donde yo la puse?

¿qué querrás mañana de mí cuando todo parezca un sueño?

tal vez que te dedique la primera canción que compuse.

 

 

Estoy aguantando y esperando a que me encuentres

para que mi corazón no se rompa por el mar

para reventar el sol si necesitas calor para siempre

para evitar que nunca más haya que sangrar.

 

Y ahora que tan poco queda para irnos en silencio

¿dónde dibujamos la línea si no es donde yo la puse?

¿qué querrás mañana de mí cuando el sol se haya puesto?

tal vez que te dedique la primera canción que compuse.

…no beginning.

Ya no hay batallas hacia las que caminar

derrotado antes de despertar de todo sueño

porque fui pretendiendo vencer con mi espada sin filo

(quede ya el susurro de mi dolor en tu pecho)

 

y que sea el atardecer en tus ojos quien ponga paz y duelo,

ahora que ha vencido el miedo, y se desplaza la luz sobre el silencio

ahora que ha caído nieve sobre hogueras que ni siquiera han ardido

(queda mi invierno, tan largo como cortas tus primaveras)

 

sea la soledad la norma, se vuelvan del revés todas las sombras

que no importe nada de eso ahora que he perdido el juego

cuyas reglas nunca entendí ni entiendo ahora besando el suelo

(porque son tan largos mis inviernos como cortas tus primaveras)

 

 

porque si no hay ningún fin no puede haber ningún principio,

huyendo hacia algún lugar donde no amanezca

para despertamos, y no tener que ver el sol al que renunciamos

(porque son tan largos mis inviernos como cortas tus primaveras)

 

con los ojos clavados frente a frente, sin decirnos nada

rendido al final en la frontera

sábado, 30 de marzo de 2013

Y morir en tus ojos

Te abrazaría, te abrazaría hasta el infinito

lo haría hasta que se acabase el mundo

y entonces no quedara necesidad de palabras

tan sólo decir que quiero morir en tus ojos

quedar abrazado por tus labios bajo tu cuerpo

decir que entre tanto ruido sólo tu voz escucho;

ni siquiera la música que hacen las cañerías

en esta casa solitaria; vacía como se encuentra

sin ti mi propia alma]

porque quiero que tengas mi ceguera

para que veas el mundo con mis ojos

y así encontrarte en la luz que deja tu presencia

en cada paso,

y morir en tus ojos antes que me quisieras

sentir que no te vas, pensar que no te alejas

cada despedida que dejas,

cada sombra en que se convierten

tus dedos alejados, como clavos que ardiendo

ojalá este corazón prendieran;

y morir en tus ojos, vivir en tus brazos,

tener bajo el cielo la plenitud de tus hogueras.

Porque tan sólo hubiera querido haber sabido

encontrar hacia tu alma el camino,

haber podido morir en tus ojos,

haber sabido navegar contigo usando tus velas.

sábado, 16 de marzo de 2013

La derrota perpetua

Entre tus ojos la muerte tiene tantos días

como caminos hacia la agradable tragedia de aquellos lugares

en los que vamos a olvidar que algo somos

tan solo que hemos querido tener

al ahogarnos en los ojos tuyos en los que llovías

para ocultar  la esperanza de lo que podíamos ser

y de aquello que nada fue, sólo cabalgamos a lomos

de un jinete que saca a nuestros miedos de sus hogares

y los entierra, los deja dentro, muy dentro, tratando siempre

de ocultarlos; tus miedos, mis complejos

los enemigos de todo aquello que no es más que sueño

(susurro y silencio, y grito y destierro

de ti como un imposible dañado)

porque para ser humano todo el daño que ha sido un hecho

se sufre en cada desgarro; te tengo y te has ido,

te tienes a ti, y a nadie más, y siembras sombras

como quien recoge tempestades;

a pesar de que sólo quise la paz en esta inmensa guerra

que libro desde antes de que nacieras,

y, sin embargo, azules como tus ojos fueron el olvido

como los de Helena, también en su guerra,

azules como el infinito, como el solsticio de tu cuerpo en primavera

como la derrota perpetua

(tan, tan silenciosa que hiere más que aquellas

que propagan con ruido su perpetuidad)

Se acabaron la paz y las tardes de luz tenue,

se marchitaron las posibles madreselvas

(he visto morir todas las oscuras golondrinas, incluso)

y tan sólo quedo como el pintor que olvidó los colores

para retratar todas las luces del mundo

(ya no soy más que un justo recluso,

varado en la cárcel perpetua)

En tus manos la llave de una prisión oxidada,

y te alejas dejando tan sediento al prisionero

que voluntariamente dejó su alma entregada

a las cenizas de un amor postrero.

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