Nuestras almas solitarias
perfectamente soldadas a otras vidas,
alejándose a la misma distancia que nos deja
lo no pronunciado]
porque todo en ti fue victoria
todo en mi fue derrota
árido en los campos de deseo
desahuciado del orgullo de haberte luchado
para qué si desde entonces escucho
a solas con mis sordos ojos
los llantos que vienen de tus mudas manos
sin lágrimas que siembren almas
en este vasto erial que todo lo recoge. Sólo queda
ya un yermo sueño de lo que en otro tiempo
fue un paraíso]
secos los estanques de susurros
vacíos los bancos del parque donde antes los perros salían
a debatir sobre la forma de su sombra.
Nada queda del pasado cuando nada hay que recordar
en esta vida tan aburrida de autocomplacencia
de la sal respecto al mar;
ni en las calles hallo caminos
ni en el humo ya la verdad
(hasta aquí hemos llegado, me digo
no es suficiente, no es suficiente)
en esta vida perpetuada donde todo es
calma, vacío y falsedad;
abatido y desangrado en el suelo
se marchita el alma
como animal herido en mitad
del claro lunar.
No quedan días de castigo,
ni más que un espíritu derruido
pronto jubilado de toda carne
de un empeño moribundo que le lleva
a sacrificar lo conocido por abrazar lo nunca obtenido
y ser, no obstante
(como siempre)
el mismo sonido, huídas
en pasadizos de cristal,
por abismos de desidia fugado
con seres incompletos que caminan alejándose de su otra
mitad.