Soy el enemigo que recorre el puente de plata
que le han construido los secuestradores de almas ajenas
y piensa al mismo tiempo en ir a por todo
y en no lograr nunca, nada;
el que recuerda los sordos travestidos de la palabra,
oidores
de tiempos remotos que huyen del lodo
creyendo que podíamos convertir
nuestras vidas de plomo en oro;
el que pide una república para dictadores
entronizados en rejillas de alcantarillas
donde habitamos a la par
los que triunfamos sobre la muerte
los que fracasamos ante la vida
porque más castillos que tiene el miedo
no los tuvo imperio alguno
ni más muros de acto y de deseo
sobre los que escalar para colgar
banderas que nos guíen como en el laberinto a Teseo.
Imagino en el dolor de lámparas de cristal
que imitan a ciervos descabezados
el enigma de ser a un tiempo estiércol y fruto
(ambos en el árbol, ambos esencia vital)
agarrando con estas manos de dedos desordenados
todos los futuros, todos los pasados
revelados el mismo día, bajo el mismo cielo
como sangre, sudor, espada y veneno;
pasa al final la Belleza, dejando heridas
en el corazón
pasa la cadencia emocional del vacío
porque nada hay en mi ausencia
hecha de tu ausencia, tu guerra y mi escapada
sólo este tormento interior
que por fuera parece que acaba
que por dentro todo lo arrasa.