El Clan de las Tormentas: diciembre 2012

domingo, 30 de diciembre de 2012

El fin del mundo

Siempre te creíste como una princesa en China

tardaste nunca en reconocer que frente al espejo

tan sólo eres, en efecto, una simple mujer, y pública;

vulgares los caminos que llevan a tu boca

de la que no pronto encontré su doble fondo

uno guardado para el amor misófago

el otro para todas tus mentiras

lastre terrible el de tus promesas rotas bajo el velo de cinismo

que ponías ante tus ojos cada vez que mirabas tu reflejo

porque veladas eran también tus palabras

llenas siempre de todo aquello que compone lo mismo

que dices a cualquiera, ya sea esclavo, ya sea sierva,

porque a todos tratas como inferiores, tú, que aspirabas a reina.

Y, sin embargo, mírate, falsa princesa, engalanada de crueldad

para la que usas esos cuchillos rojos que guardas como labios

usados para cortar la raíz de todas tus promesas. No son ya,

más que flores rotas, papel oxidado de tu piel

simple muñeca de trapo con demasiados kilómetros

para tan poca carretera;

limpias las espadas  en la profundidad de tus cavernas

y ni aún así sabes que por muchos que sean los soldados

ninguno acabará luchando por tu guerra.

Tanta lástima das, antigua plebeya, que tus ojos ya no susurran

ahora tan sólo inspiran un futuro a gritos

escrito con la sangre de los cadáveres que dejas

y si por si no fuera poco toda tu vida convertida en mitos

todavía ahuecas tu rocoso corazón, artificial y huérfano de vida,

para albergar dentro de ti la verdad que ves y alejas

esconderla y torturarla, esperando que se convierta

en lo que esperas sentir, lo efímero, lo que se va,

lo que te dejará como a todas las princesas

herida de muerte en una revolución,

la rebelión que te dejará algún día tiritando,

muerta de miedo, reina de cualquier acera.

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