El Clan de las Tormentas: La espiral perpetua

martes, 15 de noviembre de 2011

La espiral perpetua

Es tiempo de adiós cuando el olvido es silencio

cuando no queda alma de los cuerpos que un día fueron

como sombras unidas por un único sol. Ahora todo es sombra,

pastos de ceniza seca que en extrañas hogueras frías

hemos ardido; sin el ardid de mostrarnos

como éramos.  Un escarmiento desvalido y cadaverizado

por la palabra errante que te busca y no te encuentra

en los momentos ausentes de nuestros cuerpos

(no fuimos más que otra forma de ser un secuestro a otro tiempo)

y ahora, pulsando las preocupaciones de la frustración

nos encontramos labio a labio oxidado

en la renovada y alegre desesperación

de habernos removido de nuestras manos;

tan sólo el abismo, tan solos los dos

ojos que miran hacia dentro.

No hay nada]

terribles motivos para el descontento,

cuando se busca entre palabras la carroña que nos alimenta

por dentro. La duda no resuelta de si los días pasados

existieron o fueron sólo espejismos, aire muerto

entre los dedos]

olas que intentan inundar desiertos,  humo denso,

culpable de la sangre que brota del suelo de este arrepentimiento

en la fragua herida donde forjamos aquellas armas

las mismas que usamos para mutilar nuestros abrazos

en las vueltas que dimos a este mundo que creímos nuestro

y ya, ahora, ya vemos, que arrojado está lejos,

porque nosotros ya no somos los que éramos, sólo despojos

de sombras, de mentiras, de realidades al descubierto,

caiga sobre mí tu espada sin filo ¡quiero ya desesperar y morir!

en esta larga noche que no conocerá mañana

en esta oscuridad que sobreviene a la batalla

derrotado ya sin alma ni resuello, sin esperanza

ni deseo]

caiga sobre mí tu espada sin filo y me convierta, herido

sobre tu pecho, en plomo, en herrumbre,

en lanza, en mortal, deshaga de mí este deseo de sombra

y encuentre el camino donde todos los que han acudido

ya han muerto;

caiga sobre mí tu espada sin filo, quiero ya marchar

al lugar del que fui, al lugar del que nunca he vuelto.

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