El Clan de las Tormentas: El fin del mundo

jueves, 3 de noviembre de 2011

El fin del mundo

 

Vivimos olvidados en esta conjura de idiotas

en calles que ya recorrimos para llegar aquí

y otra vez nombrando demonios que resucitan

con las manos, con la libertad de los vasos llenos de alcohol

y colillas, y humo, el sudor de los cuerpos fríos

que ya no se encuentran

(llévame alma fuera de este cuerpo inútil)

porque olvidé la premonición que me hice al entregarme

en sacrificio (nada cambia, todo sigue igual

que ayer, que entonces

en estos cambios degenerados en sombras

plenilunios de la inconsciencia

en la soledad a la que quedamos atados de por vida

sin rumbo de perdición, porque no queda gloria;

y andamos preocupados, ya lo creo, por las lágrimas silenciadas

por la incertidumbre de la ausencia)

derrumbando los caminos que construimos para encontrarnos

y dejando, tan sólo, escombros de tinieblas

en las que se retuercen los hijos imposibles de tener

aquellos que se pensaron, que se dijeron, que se olvidaron

en todo el tiempo del futuro pasado. Es adiós

prendido entre los labios que fueron cuchillos en cada beso

y de los que apenas quedan hojas marchitas

que piden lujo, calma, nada más, sonrisas artificiales

hasta que, al fin, plastificamos nuestras horas

todas las que nos hieren, aquella que nos mata

finalizando en este preciso instante lo que ya es final

o es preludio de la lanza, el veneno, el cuerpo moribundo

de todos los que por ti combatieron, todos caben

en mis manos, todos por ti han luchado

(y, sin embargo, son nuestros actos los que se derrumban

y, sin poder demostrarlo, es la tumba de nuestros espantos);

esperando tan sólo el silencio de los campos

en los que fui herido, estos campos de ruinas que fueron

en otro tiempo, espacio para un sueño amargo.

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