El Clan de las Tormentas: Evolución-Revolución

lunes, 24 de septiembre de 2007

Evolución-Revolución

Y es que, sinceramente, ¿sirve para algo la historia?.
No responderé directamente a esa cuestión, pues se podría pensar con razón que estoy intentando llevar el agua al molino de mis intereses profesionales. Me limitaré a exponer una serie de hechos de los que han encontrado eco en la prensa diaria en los últimos tiempos. Por ejemplo, dos páginas más adelante del lugar en que escribe su artículo R. Reig se recogen unas manifestaciones de Martín Villa referentes a la política de pactos de gobierno nacional vigente, en la que expresa que lo que realmente le preocupa es "qué Historia de España se enseñará en Cataluña y en el País Vasco, si es que de verdad se va a enseñar alguna Historia de España". Sobra señalar que Martín Villa es un político perteneciente a esa derecha de la que se tiende a pensar que lo único que le interesa es el color del dinero, no el de las banderas. Pero, ¿en qué ha basado Felipe González, según la prensa, su discurso electoral sino en las referencias de la historia? Si no sirve, ¿por qué la usa?.
Salgamos del ambiente estrictamente nacional. ¿Por qué una de las primeras medidas tomadas para la formación de la nueva Europa nacional es la de ajustar los contenidos de los libros de Historia? Me viene a la memoria el encuentro que a tal fin tuvieron, recién estrenado nuestro nuevo marco de referencia comunitario, los ministros de Educación luso y español en la fronteriza ciudad de Vilanova dos Mouros. Y más patético aún es el caso de la muy progresista Suecia, que el verano del pasado 1992 decidió oficialmente reescribir su historia para mostrar, sacando documentos hasta ahora secretos, que en realidad nunca había sido neutral, pues había que acercarse a la nueva Europa. O sea, algo similar a lo que han tenido que hacer mejicanos y estadounidenses cuando sus dos países han decidido acercarse formando una comunidad económica junto con Canadá.
Lo expuesto hasta aquí, con todo, se encuentra en el marco de lo que solemos llamar "Occidente". Pero, ¿no es cierto que en China hubo que reescribir la historia para dar paso a la revolución maoísta? Tan cierto como que luego se quiso prácticamente prescindir de ella en los felices 60 para dar paso a una revolución cultural proletaria, en la misma línea en que se abolieron los exámenes de entrada en la Universidad. Pero China era un país con mucha historia (esa que apenas se estudia en nuestro país, pese a afectar a 1.135 millones de personas directamente) y en 1973 se vio la necesidad de dar marcha atrás en ambos aspectos. Es más, la China comunista se hizo tan nacionalista (antirrusa) que reconoció de forma inmediata al régimen chileno del general Pinochet. Tras dar por definitivamente cancelada la revolución cultural en 1977, en el Congreso del Partido Comunista chino celebrado en 1982 se acordó revisar la historia del país desde 1949, criticando sin paliativo la revolución cultural. Recordemos que la apertura al exterior no se hizo sin que surgieran resquemores con Japón por el contenido de los libros de Historia. Y ya pudimos ver en nuestra Expo'92 como presumían de Historia en aquel pabellón al que se trajeron, entre otras cosas, varias esculturas de las encontradas en esa joya arqueológica que es la tumba del emperador She-Huang Ti, del siglo III a.C. ¿Por qué ese afán por algo que "no sirve para nada", en expresión de nuestra sabia progresía de frustrados guardianes de la revolución cultural?.
Terminaré proponiendo al lector una constatación de los hechos mucho más sencilla: Cuente las veces que en cualquier periódico, sea del tipo que sea, aparece diariamente la palabra "historia" o el adjetivo "histórico". Si lo hace sabrá ya si sirve o no para algo la historia, y por tanto si vale la pena o no dedicar nuestro tiempo y nuestro dinero a su conocimiento para evitar, en lo posible, ser víctimas de las manipulaciones que caben hacer con ella, como con cualquier otra ciencia que se monte sobre el estudio de fenómenos concretos".
Cualquiera puede seguir poniendo ejemplos hoy en día, y no necesariamente de tiempos pasados. Cuando hace unos días le preguntaba a un compañero, que me indicaba que nuestra Facultades de Historia debían formar profesionales, cuál era la que él entendía que era la profesión de historiador, le intentaba hacer ver que un historiador no tiene por qué ser una persona que da clase (también lo ingenieros la dan) sino sólo un intelectual que se pregunta el porqué de los hechos, con lo cual entiendo que no caben nuestras Facultades en la nueva planificación de la enseñanza universitaria que desea imponer (otra cosa es que de verdad se lo tome en serio) la clase política rectora de la Unión Europea, al servicio del mercado exclusivamente. Una más, en el fondo, de las contradicciones de una sociedad confundida con el mercado que necesita a los intectuales pero no sabe qué hacer con ellos.

No hay comentarios:

Pásalo

Mandame a Facebook