El Clan de las Tormentas: El Bueno, El Malo y la Reina

jueves, 7 de agosto de 2008

El Bueno, El Malo y la Reina

Me gustaría pensar que me he pasado toda la vida esperándote. Porque eso habría significado que te he visto alguna vez. Ya no sé si eres la que se quedó donde murieron mis sueños de infancia, o la que se llevó mis mejores años de adolescencia en la boca del cañón de esa pistola que ahora, de vez en cuando, empuñas sin ánimo de ofender. Tampoco sé si eres la lejana pastora que supo llevarme algún tiempo por el buen camino de eso tan efímero que parece felicidad pero no es. O más bien si eras la que colmada de laureles no mereció tales victorias ni darme tan cruel derrota. Seguro tampoco eras la pérfida Atlantia en cuyos ojos me ahogué sin remedio. Me gustaría pensar que llevo tanto tiempo esperándote que no me he rendido nunca, que no he dejado de buscarte. Me gustaría sentir que toda esta vida que se me agota ahora ha servido para algo. Que las canciones y los versos que jamás escribí no quedaron olvidados por la vaguedad de mis emociones, por el olvido al que someto mis días. Sin recuerdo no hay heridas. Sin heridas no hay pasado. Sin pasado, nada soy, "no love,my love". Me dejé mis entrañas a unos pocos pasos de casa, luego a unos kilómetros, más tarde a un centenar de ellos y finalmente tan lejos que nadie podía encontrarte, ni a ti, ni a mi, sólo fantasmas que, como sombras, recorrían las calles de Roma, de París, del Reino de la Muerte, dormidos en el estuario y las playas del Leteo, donde la mentira corrompe las ilusiones.

Lo cierto es que a veces, como ahora, tengo la sensación de no haberte visto jamás. Y eso destruye mis ansias, mis ganas, mi cada vez más perdida lujuria reducida a un cúmulo de vagas impresiones del pasado. Estas palabras, jamás contestadas, jamás conocidas por ti, porque aún no te he conocido, quedarán en un reducto ceriúnico y virtual que nadie sentirá como propio. Después de todo nací del deseo y deseo es lo que es efímero. Un imprevisto, un vagón de cola en el que se acumulan papeles olvidados, tintas oxidadas, paquetes de sangre de cadáveres que nadie recoge ni reclama. Mi mente y mi alma se cansan de buscar sin saber, de no encontrar sin haber rastreado en cada rincón de esta oscuridad. Sin rumbo, ningún viento es favorable. Sin saber donde mirar, cualquier paisaje vale.

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