El Clan de las Tormentas: Starry night. Cenizas.

lunes, 9 de junio de 2008

Starry night. Cenizas.

He gastado los días más hermosos de mi vida persiguiendo fantasmas que nunca han pertenecido a ningún cuerpo. He lastrado mi Destino a sombras que no conocen la luz; he combatido en guerras que dejan heridas cuyo enigma sangra como una eterna condena. Y todo para conseguir, ¿qué? ¿acaso he llegado más alto? ¿acaso soy mejor persona? ¿no he dejado como Dorian Gray que mi retrato deje ver todos mis desmanes, mis pecados, mis horrores? La gente o me odia o me sigue hasta la muerte. He decepcionado a tanta gente como la que he dado ilusión. No suelo dejar indiferente. He besado a mujeres bellas como el nacimiento de un hijo, he bebido y reído con amigos y no tan amigos que juraban su sangre por mí. Me he sentido grande caminando sobre hombros de gigantes y he sido gigante para llevar a los demás. Yo fui un himno solemne y grande que en mitad de esta tormenta invisible, solitaria y desgastada retumbaba con la fuerza de un océano en lucha.

Pero ahora mis manos y mis piernas son cada vez más como el acero sobre el agua, como pesadas cargas que me cuesta mover. Me miro en el espejo y me cuesta reconocerme. No soy lo que quisiera ni debiera haber sido. Odio esta tensión creativa. Odio el Clan, odio la oscuridad, la serotonina que se me escapa, el recuerdo alojado como un clavo hiriente en mitad del hipocampo. Allí está el recuerdo blanco en mitad de la noche en que estoy. Nunca desde hace tanto he dejado de perseguir, cuando de cuerpo en cuerpo salta. Miro mis actos, y son los de un vagabundo desalmado que ebrio reconoce las sucias y malolientes calles desiertas en una ciudad de casas vacías. Como un perro viejo al que ni las pulgas envidian el saco. Fuera cual fuera mi elección, siempre ha sido la incorrecta. He sido infiel tantas veces, he hecho tanto daño, he olvidado a tanta gente a la que marqué como hierro que entra ardiente en las entrañas, que es difícil pensar que alguna vez pude sentir algo.

Me consume mi propia ansia volcánica. Blow-the-line, morir de ausencia propia. He alejado de mí lo que yo era para mirar un amanecer que siempre ha estado delante de mí. Creé un monstruo y cuando hubo arrasado con su mundo y el mío lo arrojé a su propia hoguera para que muriera consumido. Pero sin él soy como un dios sin sus criaturas. A veces me miro los brazos, busco si hay venas, arterias, a veces incluso me hiero para confirmar que tengo sangre. He fracaso. Mi propio proyecto para vivir ha sido derrotado. He levantado tantos muros para encerrarme en mi propio laberinto y que nadie me encontrara que ya he olvidado la salida. Con las lágrimas de la noche creí encontrar la esperanza y  la fuerza, con las pastora el futuro y con la princesa creí que aprendería a vivir en la noche. Sin embargo, ellas no han sido nada, solamente ejemplificaban lo que soy. Mis queridos errores.

¿Quién merece soñar si sólo crea pesadillas? ¿quién puede ofrecer el futuro si ha quemado su presente? ¿quién puede pretender volver a cerrar los ojos cuando ha visto lo que yo he visto? Volveré a mi cueva, oh sí, volveré como chamán que soy al interior de la caverna. Pero esta vez no entraré a pintar bisontes, no; esta vez dinamitaré la entrada y mientras el oxígeno se agota, reiré. Como se ríe por última vez.

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