El Clan de las Tormentas: De camino a la tempestad

lunes, 16 de junio de 2008

De camino a la tempestad

Escribo estas palabras desde el Aula X de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla. Aquí fue donde comenzó todo.

Hace ocho años entré por primera vez en esta clase, que guarda el mismo olor a madera vieja, con esas marcas hechas utilizando el bolígrafo cual navaja albaceteña mostrando una cronología anterior a la existencia misma de la propia navaja, el profesor y quien esto escribe. Para quien no haya estado aquí nunca, sólo le diré que es el aula habitual con bancas de madera en pendiente, estrecha, mal ventilada, mal iluminada y con más mierda que los bajos de un Land-Rover. Pero aquí murió el imberbe muchacho de pelo corto con camisas y camisetas insulsas de tonos crema y algunos grises que levitaba a veces por encima del suelo. Aquí comencé a crecer, a abandonar definitivamente la tardoadolescencia de vagas y vanas ilusiones. Aquí comencé a creer en mí mismo, en mis posibilidades, comencé a creer. Cree en ti, crece y hazte libre. Ningún cambio es fácil y el proceso tuvo sus altibajos durante un año más. Sin embargo, aquí mis pies tocaron el suelo y eso me permitió caminar. Aquí cambió, otra vez, mi Destino porque antes de entrar en este aula yo no iba a ser investigador, yo no quería ser profesor ni de universidad ni de instituto ni de ningún sitio.

Hoy han pasado ocho años. Con muchas cosas, muchas gentes, muchas sonrisas de personas muy diferentes. No me arrepiento de ningún compañero (miembros y miembras como diría alguna imbécil con mejor sueldo que todos nosotros juntos) en estos años. Todos me han aportado algo y con todos ellos he crecido. Con el tiempo he ido conociendo gente cada vez más grande. Todos vosotros, los de ayer, los de hoy y los de mañana, os merecéis estas palabras, este hueco, este espacio. Vosotros, hombres y mujeres, compañeros todos, hermanos en esta batalla que vamos a librar, sois los mejores. Algunos tenéis valor, otros confianza, fe, autoestima, carisma, seguridad, necesidad o simplemente sabéis a lo que os enfrentáis. Cada uno de vosotros tiene dentro de sí un poco de la llama de nuestro líder, que durante todo este tiempo nos ha enseñado a luchar con las mejores armas. Nuestro enemigo es fuerte, pero nosotros somos más y mejores.

Hoy miro estos ocho años y me siento orgulloso del camino recorrido. Los errores son parte de nuestro pasado y actúan como correcciones para mejorar nuestro presente. Prepararos para la batalla que vamos a librar desde el día 22 con el corazón lleno de fuerza: vamos a ganar. Da igual que lo hayáis hecho como austeros espartanos, como especuladores atenienses o como lujuriosos persas, esta vez ganaremos. Todos. Juntos. No guardo rencor a nadie de estos ocho años, y esa tranquilidad en mi espíritu me hace sentirme bien porque sé que me he rodeado siempre de los mejores. Seguís siendo los mejores. Sed conscientes de que no todos ganaremos esta batalla. Algunos moriremos en el camino, tal vez tengamos que luchar otro día. Pero el camino ya esta hecho: este es el camino.

Si os veis desfallecer, si por un momento vuestro cerebro se agota, acude a vosotros la rendición y queréis dejarlo todo en ese instante, pensad por un momento en la grandeza de vuestros actos. Sentid la fuerza de los guerreros, sentid la mirada poderosa de los chamanes. No habéis llegado hasta aquí porque os hayan regalado nada. A nadie le han regalado el título de la licenciatura, a nadie de los 100 de este grupo que hemos sido les han regalado su esfuerzo en la programación, en la unidades didácticas. Cada gota de vuestro sudor, de vuestra sangre, de vuestras lágrimas, está ahí, en cada página. Luchad por ese esfuerzo. Luchad porque sabéis que os merecéis más que nadie aprobar. Luchad siempre porque cada cosa que hacemos en esta vida, tiene su eco en la eternidad.

Compañeros. Ha llegado nuestro momento. Suerte a todos.

 

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