El Clan de las Tormentas: Nothing important happened today II (Cicatrices)

martes, 18 de diciembre de 2007

Nothing important happened today II (Cicatrices)

¿Qué coño es la felicidad? Todo el mundo tiene la boca llena de esta palabra, míralos, van como ciegos buscando algo que luego todos saben que se encuentra de golpe. Nos venden felicidad en tonos rojos y dorados, sueños de plástico recubiertos de chocolate con fundas de imitación terciopelo. 12 mgs de serotonina.

 

-Caballero, ¿por dónde se va a La Coruña? -Pues para arriba, todo recto, recto, te das contra el país este de los vascos y luego tira a la izquierda hasta que se acabe todo. Conversación de autobús entre dos productos de primera generación de mi barrio. El que pregunta tiene pelo escaso, entre gris y negro, lo que le da un aspecto sucio. Jersey a amplias franjas azules y grises que hace destacar su piel cetrina y su cuerpo enjuto. El que responde tiene bolsas en los ojos, piel muy blanca, cazadora de imitación cuero. Los dos pantalón vaquero con algunas manchas, mochilas raídas. Se ríen haciendo aspavientos y de manera ruidosa.

-¿Tú sabes que me han regalado un emepecuatro? ¿sabes tú?   -¿Y eso para qué lo quieres tú si no sabes manejar uno vas a saber cuatro? -Mira el gracioso. Pero tú no sabes lo mejor, que es que no sé cómo coño se enciende. -Dámelo. Mira, -eructa ruidosamente a mitad del autobús, nadie se sorprende ante tal sonido habitual. -Ea, ya está, ¿qué tienes aquí metido? -Pues no sabes tú que me viene ya con Triana, Estopa y esta gente, estos mexicanos maricones que de los cargan de tres en tres. -Tú sí que eres una maricona.

 

-Eres un grosero -me dijo Lucía- y un maleducado. Nos pasamos toda la vida -nos conocemos desde hace algo más de un lustro- intentando apoyarte y que te sientas bien y tú únicamente escupes sobre las ilusiones de los demás desde tu altar, desde tu podio, te dedicas a destrozar las ilusiones de los demás. Eres gilipollas. Me mira a través de sus ojos virtuales, estáticos, electrónicos del programa de mensajería instantánea del ordenador. Mis dedos reposan sobre el teclado negro. No tengo nada que decir. Pongo un chiste fácil. Malo, muy malo. -Así te va.    Sí, así me va.

 

Marla tiene algunos hoyuelos en la cara como cicatrices del acné de la adolescencia. El bar rebosa humo y ruido como en una caseta de Feria hace tres semanas. Sonríe, tiene los dientes un poco amarillos por el café y el tabaco a pesar de tener apenas un cuarto de siglo. Lleva la camiseta y los ojos del mismo azul. -Pues sí, al final hasta me caso, ¿te lo puedes creer?

No, preferiría no hacerlo.

-Mira que eres cínico.- Ni siquiera sabes qué significa eso. Se agita nerviosa, bebe su cerveza y su pelo le cae delante de los hombros.- Me caso, me caso, me caso... ¿te acuerdas cuando nos conocimos?

Cada día.

-Yo pensaba que jamás podría arreglarme otra vez con él. El muy cabrón me había dejado. Hijo de... y cuando volví a casa, ¿te puedes creer que seguía igual de perdido? Pobre. A Marla le brillan los ojos. Hacía tiempo que no la veía tan sinceramente feliz. Se le nota. Es sincera. Agita las manos, ríe nerviosamente. -Fíjate, ha pasado de no saber lo que quería a pedirme que me case.

Y con piso.

-Sí, menos mal que ahora parece que se a centrar más en nosotros y no tanto en su trabajo. Me caso, ¿te lo puedes creer?

Si tuviera un tumor, lo llamaría Marla.

 

 

-Vamos compadre, que se acaba el viaje. -Viaje te daba yo a ti. -Y de viaje, ¿qué viaje tiene tu mujer? -Míralo que listo, ¿y la tuya? -A mí no me hace falta.

Levanta los brazos, voz ronca de alcohol y tabaco. -El de enmedio de los Chunguitos... -De los Chichos -Unos "chichos" con chorizo me comía yo ahora.

Eructo. El autobús está caliente. Adquiere velocidad y se introduce en la travesía antes de llegar al barrio. -¿Tú sabes qué es un ángel vestido del Sevilla? Una compresa con alas.

Se ríen ampliamente. Uno llora. De risa. Risas y más risas perforando el cerebro. El que llora se levanta cuando se para el autobús. -bueno compradre, ahí te quedas.

Yo también me quedo. Eructo de despedida.

 

-Te crees que estás por encima de todos.

No, sólo unos 3 cms por encima tuya, salvo cuando llevas tacones. Yo no salgo en mis fotos. Casi nunca lo hago. -Te has vestido con ese traje y te dedicas a despreciar todo lo que hacemos los demás para ser felices. No eres diferente a nosotros, no te creas que eres tan especial ni para lo bueno ni para lo malo.

Dedos sobre el teclado. Qwerty. Emoticono. Otro más. No lo hago a propósito.

 

 

Marla llama al camarero y paga. Me invita. -Bueno, ¿nos vamos? -me dice mientras me levanto. Fuera está Madrid. Siempre Madrid. Ahora será nunca Madrid. -¿Nos veremos? -me pregunta tras sus gafas.

Estoy totalmente seguro que jamás nos volveremos a ver. -Claro que sí -le digo mintiendo otra vez. Entonces nos despedimos, cada uno hacia un lado de la calle. Me giro un momento para ver cómo se marcha. Felicidad sería que se girara y viniera hacia mí. Que se quedara en mí. Que se olvidara de todo lo que no soy mí. Pero mí sólo ve como Marla se aleja. Y mi tumor se reproduce. Se apagan las luces. Termina la función. Ganan las putas. Ganan los guerreros. Chamanes despellejados. Suena el móvil. Mensaje de Lucía, "¿qué ha pasado?". Nada, nada importante ha pasado hoy. 8 mgs de oxitocina.

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