El Clan de las Tormentas: A veces pasa que…

jueves, 5 de agosto de 2010

A veces pasa que…

A veces pasa que todo lo que existe se marcha y se queda

a un tiempo]

que se nos escapa la sangre por el desagüe

como si lleváramos las venas en blanco y negro

y a veces pasa que la ausencia quema, te vuelve moribundo

de olvidos y recuerdos; nadando sobre el cristal

pereciendo de soliloquios enterrados bajo la arena

de pieles no tocadas, de ojos no atravesados

(voy a salir al otro lado del espejo,

pero sin luz, ni siquiera sobreviven los muertos)

porque a veces pasa que toda calma es un tormento eterno

cuando lo que se tiene es ausencia

y a veces desde el espacio desdibujado que queda en el pensamiento

de estar, preso y condenado, hacia el vacío del abismo inhóspito

en el que viven, y por eso es contradicción

los proverbios, y las palabras, y todo lo hecho de antemano, lo que me dice a mí mismo]

que me olvido, que me voy hacia donde miento

sobre lo que he estado haciendo, sin reconocer que he de pagar

(el precio necio de estar viviendo)

para seguir reteniendo mecánicamente este barco naufragado

hacen de mí ausencia todos los dones,

todo lo entregado al pasivo rumor del viento

silencioso, vigilante desde dentro;

Y a veces pasa que quiero vengarte del tiempo

 (por haberte robado tanto de mi lado)

e insiste, pérfido, en seguir sosteniendo tu presencia

aunque no te conozca, no seas más que sombra, rumor y aliento

(que ambos no queremos; o tal vez, es posible

que sí por el bien de lo que digo)

todo lo que queda es huir, escapar hacia el centro del huracán

cuya coherencia perdimos, jugando a ser como esos héroes

que por vivir en un espacio cuántico han muerto. Y eso que, dicen,

es tan simple que pase, que venga, que sea aunque fuese

y no haya nada]

aunque a veces pasa que llevas en los ojos las espaldas del cielo

y sobre ellos cargas la espada, la batalla, la derrota,

el campo donde, aunque vayamos a morir, allí te espero. Allí,

siempre allí, lejos, tan lejos, donde el sol sea un rumor efímero

y el atardecer una flor dibujada sobre el hielo. Y a veces, solamente

a veces pasa que el cuerpo se deshace del alma

y para ésta sólo quedan tormentas que no escampan

ni cenizas, ausencias, reliquias de vidas, nada. 

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