El Clan de las Tormentas: El Destino roto

jueves, 28 de mayo de 2009

El Destino roto

Tal vez otro día, quién sabe, encontremos

estas ínfulas de volar tan alto, más alto que la voz misma

como una muestra pensada, no sentida,

de lo que otro día fue

un lugar de donde no se siente ni que el tiempo exista

y, en cambio, se tiene seca la garganta

(y por ello sangra con algunas palabras,

no todas, es cierto, sólo aquellas que no se podían decir

porque del olvido atrás se quedaban)

queda pactado, pues, nuestro camino, un Destino roto

colapsado en sí mismo como una vela en el vacío

sin aire ni fuego ni energía ni nada,

sólo ya la visión del Palacio derruido, en manos

de otros cuyos ejércitos, siempre más poderosos,

se convirtieron en barcos con los que cruzar lagos

de olvido en los que se desenvolvían onerosos

todos los recuerdos,

(por suerte van quedándome menos)

y ya no somos lo que éramos, a pesar de las cavernas

inundadas]

a pesar de las noches

desterradas]

a pesar de las mañanas

pobladas]

de más, más palabras, todas las necesarias

que quedaron grabadas en el frío de aquel invierno

en la electricidad de nuestro pensamiento

y hasta en la sangre de la herida derramada. Más, más palabras

para un Destino roto, expuestas tan rojas

sobre la faz de los rostros borrados, de los números

escondidos en sonrisas de plástico

de los gritos ahogados por pantallas de silencio

que como a ojos querían asemejarse

ahora que todo se ha ido, se fue el tiempo de los dedos

de la piel encerrada en un alma, y las promesas enjauladas

y los versos encriptados, nada queda, como siempre pasa

de lo que lo fue todo, ni harto recuerdo en la memoria

ni siquiera un sonido grabado, una imagen retenida

porque nada hay en la ausencia de uno mismo. Apenas, tal vez

el paso del tiempo, sonoro, ligero como plomo

en el alma, un denso sentido de lejanía y un Destino roto

por cuatro labios que a todo menos

a la Eternidad llamaban.

 

 

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